Un “realista” me preguntó hace años con un poco de ironía: “¿Y usted sí va a sobrevivir sin empleo?, porque con sueños no se pagan las cuentas…”, y hoy, después de miles de personas que han pasado por mis presentaciones permitiéndome hacer lo que más me gusta y que me paguen por hacerlo, puedo decir que los sueños sí logran pagar las cuentas y mucho más… Solo hay que insistir, persistir, resistir y nunca desistir.

César Suárez

CAPÍTULO UNO

ORIGEN DEL

STAND UP MANAGEMENT

Siempre encontrará a alguien que le dirá:

“Hmm, soñar no cuesta nada”. Es el momento de decirle:

NO SOÑAR ME PUEDE COSTAR LA VIDA.

Corría el año 2007 y yo lideraba un gigantesco proyecto de cambio que incluía tecnología, procesos y personas. Para ello contaba con un gran equipo de trabajo y de varios proveedores y consultores externos. Eran épocas de mucho estrés, de jornadas extenuantes, de múltiples problemas por solucionar. Luego de 14 o 15 meses, el agotamiento empezaba a hacer mella. Un día cualquiera, de manera espontánea me empezó a sangrar la nariz. Pensé que la causa era simplemente que se había roto un pequeño vaso sanguíneo. Al ver que el problema continuaba, contemplé la posibilidad de cauterizarlo. Sin embargo, como pasaron varios días y no se volvió a presentar el sangrado, el tema pasó a un segundo plano.

Una mañana estaba en mi oficina atendiendo varios temas en un comité directivo. Había dado instrucción a mi secretaria de que no se me interrumpiera. En un momento, ella entró con cara de “algo grave pasó”, se disculpó y me dijo al oído que mi esposa me necesitaba con urgencia. Un poco asustado, dejé la reunión por un momento y atendí su llamada. Mi esposa, bastante agitada, me explicó que a una amiga en su empresa, un par de horas antes, se le había venido la sangre por la nariz, se había desmayado y se la habían llevado al hospital, donde entró en coma. El diagnóstico: estrés. Como mi esposa había notado que yo tenía varios de los síntomas de su amiga, muy angustiada me pedía que manejara mejor la presión, que descansara más y que me hiciera exámenes para confirmar que todo estuviera bien. La tranquilicé y, aunque no se convenció del todo con mis argumentos, las cosas quedaron en una tensa calma por varios días.

Una mañana, al despertar, vimos con asombro que mi almohada estaba empapada de sangre por una hemorragia nasal que había ocurrido durante la noche. Ese fue el punto de quiebre, la gota que rebosó la copa. Mi esposa me fijó un ultimátum para que yo hiciera lo necesario y cambiara mi agitado estilo de vida. Como la información indicaba que esas hemorragias en algunos casos han sido el aviso previo de accidentes cerebrovasculares (ACV), debo reconocer que quedé asustado. Pensé en mis dos hijos pequeños y comencé a sentir realmente que debía hacer lo necesario para mitigar los riesgos de una muerte o invalidez prematura. Ese momento marcó la búsqueda de un nuevo horizonte, de construir un nuevo futuro. Fue el inicio consciente de la construcción de lo que después llamaría Stand Up Management.

ASI comienza mi libro… si quieres seguir leyendo puedes conseguirlo en amazon.com

César Suárez U